Síntomas del linfedema

La hinchazón es el síntoma más común del linfedema y suele aparecer gradualmente, de manera que en las etapas iniciales es posible que la persona afectada no note una hinchazón anormal.

Además, se suele añadir una sensación de pesadez o tensión en la zona afectada, que se asocian en ocasiones a molestias, sensación de calor o dolor. Por otra parte, una de las complicaciones que tenemos que vigilar en pacientes con linfedema, son las infecciones recurrentes en la piel, como la celulitis.

En etapas más avanzadas de la enfermedad, se pueden desarrollar cambios en la piel, volviéndose esta más firme y dura.

Otros síntomas del linfedema son:

– Pérdida de flexibilidad o rango de movimiento en las articulaciones.

– Los brazos o las piernas parecen tener tamaños ligeramente diferentes.

– La ropa o las joyas quedan más ajustadas de lo habitual.

– Dificultad para encontrar ropa o zapatos que se ajusten correctamente en la zona afectada

– Problemas emocionales, como ansiedad o depresión, relacionados con la condición.

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Diagnóstico del linfedema

Antes de manifestarse clínicamente como hinchazón, el mal funcionamiento del sistema linfático provoca un acúmulo de líquido o edema. A menudo se manifiestan síntomas como pesadez, dolor y hormigueo antes de que aparezcan signos y síntomas visibles de hinchazón.

Detección temprana del linfedema

Las nuevas tecnologías de medición del volumen de tejidos han permitido identificar precozmente cambios mínimos en el acúmulo de líquido de los tejidos. El cribado y la identificación precoz del linfedema constituyen, por tanto, una parte importante de la evaluación clínica.

Cualquier persona a la que se le hayan extirpado ganglios linfáticos corre el riesgo de desarrollar edema de la extremidad. La mayoría de las cirugías de extirpación de ganglios linfáticos son parte del tratamiento contra el cáncer. Antes de la cirugía, se pueden hacer mediciones del tejido para establecer un volumen de referencia en la extremidad.

Durante el tratamiento, estas mediciones se repiten para que podamos evaluar cualquier cambio significativo en el tejido. Este enfoque ayuda a identificar tempranamente cambios en los tejidos en etapas menos graves, cuando el linfedema responde mejor al tratamiento conservador.

Si presentas síntomas de linfedema, es importante que consultes a tu médico de cabecera. Si estás en tratamiento contra el cáncer o has tenido una cirugía donde se extirparon ganglios linfáticos, es recomendable que hables con tu médico para seguir el seguimiento adecuado.

En muchos casos, es posible diagnosticar el linfedema:

– Preguntando por la sintomatología y el historial médico del paciente

– Explorando la extremidad afectada y midiendo la distancia de su circunferencia para evaluar si está aumentada de tamaño

El médico de atención primaria puede derivar al paciente a un centro especializado en el tratamiento del linfedema para una evaluación más detallada. Identificar y tratar el linfedema en sus etapas iniciales puede prevenir su progresión y complicaciones futuras.

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Herramientas para diagnosticar el linfedema

1. Pruebas complementarias

Si la causa del linfedema no es tan obvia, el médico puede solicitar pruebas de diagnóstico por imagen para examinar el sistema linfático. Las pruebas pueden incluir:

– Medición del volumen de las extremidades: En algunos casos, pueden realizarse pruebas para calcular el volumen de una extremidad afectada. Por ejemplo, con el uso de una cinta métrica para medir la circunferencia de la extremidad a determinados intervalos y calcular su volumen, o mediante el desplazamiento de agua: se coloca el miembro afectado en un depósito de agua y se mide la cantidad de agua desplazada para calcular el volumen del miembro.

– Perometría: se utiliza luz infrarroja para medir el contorno del miembro afectado y calcular su volumen.

2. Prueba de bioimpedancia

Durante una prueba de bioimpedancia, se colocan pequeños discos metálicos llamados electrodos en distintas partes del cuerpo.

Los electrodos liberan una pequeña carga eléctrica indolora que se mide con un dispositivo portátil. Los cambios en la intensidad de la corriente pueden indicar la presencia de líquido en los tejidos.

3. Pruebas de imagen

También pueden realizarse pruebas de imagen si no está claro el diagnóstico o para descartar otras causas de inflamación.

Entre ellas se incluyen:

– Linfogammagrafía o Linfoscintigrafía: puede utilizarse para diagnosticar o evaluar la gravedad del linfedema primario y secundario. Identificar la ubicación de la acumulación de líquido ayuda al médico a crear un mapa de cómo fluye y drena la linfa -y dónde está bloqueada- en el sistema linfático.

Antes de la exploración, se inyecta en el brazo una pequeña cantidad de colorante radiactivo inocuo. Un escáner detecta el movimiento del tinte a través del sistema linfático, que el médico monitoriza en una pantalla de ordenador. El escáner revela la localización y el grado de obstrucción de los vasos linfáticos.

– Linforesonancia magnética: se utiliza un potente campo magnético y ondas de radio para obtener imágenes anatómicas detalladas. Mediante un campo magnético y ondas de radio, la resonancia magnética produce imágenes tridimensionales de alta resolución del tejido afectado.

– Ecografía: se utilizan ondas sonoras de alta frecuencia para crear una imagen que podemos evaluar en tiempo real. Puede ayudar a detectar obstrucciones en el sistema linfático y el sistema vascular, además de ayudarnos a detectar cambios en la composición de los tejidos, que denotan el acúmulo de líquido linfático.

– Linfografía con verde de indocianina (ICG): consiste en administrar un tinte en los espacios entre los dedos y luego se utiliza una cámara especial para observar la fluorescencia en el infrarrojo cercano. Esto permite una evaluación en tiempo real del sistema linfático, identificando los vasos linfáticos permeables y su ubicación. Esta técnica es útil para clasificar el linfedema según su funcionamiento y para planificar tratamientos quirúrgicos.

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